El grupo español regresa a Argentina para tocar en Buenos Aires y sumarse al clásico festival Cosquín Rock, en la provincia de Córdoba.
Para la prensa española, Izal representa como pocos el prototipo del grupo independiente exitoso de la última década. En muchas ocasiones, tras esa construcción de la prensa especializada hay más mito y ficción que realidad. Sin embargo, para este quinteto madrileño el trabajo alejado de las discográficas verdaderamente ha sido una piedra angular para una plena libertad artística y un saludable manejo de su ajetreada agenda de conciertos.
Cada paso se fue dando con sudor, canciones y paciencia. Primero tocando ante un puñado de personas. Luego, para cincuenta. La perseverancia y la evolución musical fueron su objetivo desde el vamos. Por eso, en algunos años fueron de conciertos para un centenar de fans a salas abarrotadas por hasta 15.000 personas. En el medio de ese proceso llegó el respeto de sus colegas, la viralización y el amor de miles de seguidores por su música.
Mikel Izal, es cantante y compositor del taquillero grupo que se completa con Alejandro Jordá en batería, Emanuel Pérez en bajo, Alberto Pérez en guitarra e Iván Mella en teclados.
Hasta la fecha han editado cuatro álbumes: “Magia y efectos especiales” (2012), “Agujeros de gusano” (2013), “Copacabana” (2015) y “Autoterapia” (2018). Además, su discografía cuenta con dos registros en vivo: “Directo sonorama” (2014) y “Vivo” (2018).
Entre miles de reproducciones en YouTube y Spotify, conciertos sold out por España y un crecimiento sostenido en México, Izal está de regreso en Sudamérica, con conciertos que seguirán alimentando su romance con el culto de seguidores que supieron conseguir en visitas previas.
El 2019 comenzó plagado de fechas para el grupo español. Desde los primeros días del año hasta el mes de agosto la Gira Autoterapia atraviesa más de seis países entre Europa y América.
El miércoles 6 de febrero se presentan en El Roxy, Buenos Aires. Luego se van para la provincia de Córdoba, formando parte de la grilla del Cosquín Rock, donde se estarán presentando el sábado 9. El tour luego vuelve al viejo mundo con fechas agotadas en Irlanda, Inglaterra y España.
“El plan es hacer carrera de fondo. Volver con regularidad”, explica Emanuel Gato Pérez desde España. Acto seguido, el hombre encargado de las cuatro cuerdas detalla sus primeros pasos por Sudamérica y un trabajo fino que ya tiene algunos años de dedicación: “Argentina fue la primera visita que hicimos a Latinoamérica. Fue justo después de llenar por primera vez el Palacio de los Deportes con Copacabana, fue una fecha muy significativa para nosotros. En México ya estuvimos seis veces, Colombia también nos recibió en varias ocasiones. Poquito a poco, vamos tratando que Latinoamérica nos abra una puerta. Nos consideramos afortunados que nuestra llegada sea en marco de festivales como Cosquín o Pal Norte, en Monterrey, en Ciudad de México fue el Vive Latino. Son oportunidades muy lindas para mostrar nuestra música ante una cantidad de público a la que no llegaríamos”.
La idea de ir visitando nuevos territorios, presentar su música frente a nuevas audiencias permite la posibilidad de ahondar con profundidad en todo el catálogo del grupo. Una manera de repensar su repertorio ante un público que puede estar tan integrado por seguidores acérrimos como por neófitos que escuchan sus canciones por primera. Ante esa posibilidad y ese desafío, Pérez se muestra permeable, recibiendo con brazos abiertos la aventura.
“Es un desafío motivador. Resulta un trabajo agradable volver a valorar los primeros pasos. Tener la posibilidad de volver a revisitar ciertos pasos como bandas es un privilegio”, explica. Luego especifica con atención, “te hace tomar una sana perspectiva. La primera vez que nosotros pudimos meter mil personas en una sala de Madrid nos desbordó el momento, nos desbordaba la emoción, no pudimos disfrutarlo tanto. En México llegamos a tocar en el Lunario ante mil personas que compraron la entrada para vernos a nosotros y la emoción ya es otro. Te das cuenta que ese pequeño pasito, es un gran paso que has dado una vez y que tiene la perspectiva más amplia para poder reconocerlo”.
Izal disfruta de un status privilegiado como banda. La prensa especializada los acompaña al igual que el público; los conciertos se agotan con meses de anticipación; los discos siguen llegando a buen puerto. Todo lo lograron trabajando de manera autónoma. Luego de años trabajando así, ¿cuál es el principal beneficio de ser independientes?
Lo primero es la libertad creativa, algo primordial para nosotros. El haber crecido de esta manera hace que aún hoy sea algo esencial. El hecho de ser independiente te permite aprender a valorar la otra faceta de este trabajo que uno no controla como artista, la oficina de management, la oficina de promoción. Quizás, si tu firmas con una discográfica, todo ya está dado, pero nosotros hemos ido buscando a nuestros colaboradores de a uno. En ese sentido, aunque nos ha costado un poco más, hemos logrado tener un equipo de trabajo que es una familia enorme.
Gracias a la independencia hemos podido encontrar a la gente que nosotros queríamos. Mike, nuestro técnico de sonido, es un talento enorme que lleva con nosotros desde el principio. De chaval, le dimos las riendas de nuestros conciertos, vimos que funcionaba y que además era un tipazo. A él luego le pedimos que fuera formando nuestro equipo de pipas. Formamos una familia en todos los aspectos, desde las oficinas hasta los escenarios. La independencia tiene sus pros, tiene sus contras, pero al final, tiene algo incomparable: no le debes nada a nadie. Las grandes compañías han funcionado como bancos, en muchos casos. Te adelantaban un dinero para pagar un disco y tu lo devolvías con muchos intereses luego, porque se quedaban con porcentajes muy grandes de las ventas. Por suerte ha cambiado toda la industria. Muchas cosas se conciben de otra manera.
Parte del suceso del grupo se relaciona con una audiencia que corrió la voz sobre sus canciones a través de las redes. ¿Cómo se sienten viviendo en un mundo dominado por redes sociales y aplicaciones siendo que ustedes son de la última generación que creció con discos físicos, revistas, radio FM y MTV? Por otro lado, ¿lograron capitalizar toda esa repercusión de las redes?
Nosotros, si bien somos unos melómanos empedernidos, somos millennials, salvo Iván que es un poquito más grande, somos todos nacidos a partir del 83. Hemos crecido con una pantalla, también. Estamos un poco al día de todo. Creo que como banda hemos sido unos de los primeros en servirnos de todo eso como herramienta de trabajo. Tuvimos la suerte del boca a boca. Facebook, Twitter, Instagram, funciona como el boca a boca del presente. El antiguo patio de las vecinas hoy en día es una red social donde uno comparte lo que le gusta.
Po su parte el mercado físico no se va a perder. El vinilo, al menos en España, está repuntando en ventas. Es cierto que es un material fetiche. No es un mercado al ciento por ciento como era antes. Los márgenes son otros. Antes se vendían 200.000 copias, ahora 20.000, pero el negocio del músico siempre ha sido subirse a un escenario a tocar. Vivir de las ventas de discos, de los derechos de autor, es algo que puede salir, pero no es algo en lo que uno piense realmente como forma de vida. El músico vive de subirse al escenario. Además, es ahí donde se disfruta realmente. Una vez que has grabado, que has pasado la experiencia del estudio, la canción ya está ahí, te queda tocarla en directo, compartirla. Nosotros nunca pensamos en vivir de la venta de discos. Todo ingreso ayuda, pero el músico vive del escenario.
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