El uruguayo radicado en Nueva York adelanta su nuevo disco, “La onda de Juan Pablo”, en Argentina, Chile y su país natal.
Juan Wauters nació en Montevideo, Uruguay y vive en Jackson Heights, Queens, desde 2002. Durante cinco años lideró el grupo The Beets y editó tres discos bajo la influencia directa de la comunidad musical de la ciudad de Nueva York. Una vez que el grupo se disolvió, Juan puso en marcha su proyecto solista, forjando su propia identidad creativa, lanzando su primer álbum “North American poetry” en 2014, seguido de “Who me?”, al año siguiente.
Desde 2016 Juan ha abarcado mucho terreno, en lo físico y lo musical. Entre otras cosas se presentó como cantante por primera vez en su tierra natal, dirigió la película Romane en el suroeste de Francia e hizo extensos viajes por América Latina. En junio de 2017, decidió instalarse en Ciudad de México para escribir música. Hasta ese momento, la mayor parte de sus grabaciones habían sido en inglés, pero todo eso cambió cuando volvió a visitar sus raíces latinas. Durante este proceso creativo, le ofrecieron un papel en la película Argentina Noemí Gold. Juan evaluó la propuesta y pensó en la idea de grabar un álbum en un viaje, ya que considera que tanto el tiempo como el lugar tienen una influencia única en la música. Asumiendo el compromiso, el músico empacó su estudio de 50 kilos en dos maletas y se marchó. Tras actuar en el film, grabó canciones en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México y Puerto Rico. En cada parada Juan Wauters buscaba la colaboración artística, especialmente con músicos que tenían diferentes tradiciones y energías específicas de la región.
A pesar de ser completamente en castellano, la música de Juan sigue manteniendo un estilo neoyorquino. Primera parte de una trilogía, este álbum especial “La onda de Juan Pablo”, busca reflejar lo mejor de todas las culturas e influencias. Un adelanto de este disco estará disponible en plataformas digitales a partir de noviembre, coincidiendo con presentaciones por Argentina, Chile y Uruguay. La intensa hoja de ruta lo llevará por Buenos Aires (17/11), Bahía Blanca (18/11), Neuquén (19/11), Santiago (24/11), Córdoba (27/11), Rosario (29/11) y Montevideo (06/12).
Desde el norte del continente, Juan Wauters conversa amistosamente. Se lo nota expectante a la gira que está por venir. Es una gira que lo lleva por varios países de Sudamérica. Al igual que las incursiones de los últimos años, la nueva visita suma más ciudades y más kilómetros. Además del disfrute de tocar, a Juan le entusiasma la experiencia de compartir con nuevo público, de conocer gente, de sumar historias. Wauters conversa, pregunta y responde en un tono uruguayo que no se perdió a pesar de la distancia. La afabilidad, otra virtud uruguaya, también está bien presente, imperdible y genuina.
“Siempre leo que soy un artista de culto. Es gracioso, más que nada. Sobre todo porque yo disfruto tocando ante cualquiera. No siento que sea para un público determinado. Por eso lo de artista de culto es gracioso”, confía, divertido sobre lo que siempre se publica sobre él.
Luego de varios años tocando en solitario fuiste formando un grupo que te acompañe en tu nueva etapa. ¿Cómo cambia tu dinámica personal estando rodeado de otros músicos? ¿Te potencian?
No sé si me siento más potenciado como persona, pero definitivamente potencia a la música. Las canciones llegan a otro lado. Es la primera vez en mucho tiempo que vuelvo a grabar con otras personas y la verdad que ha sido una experiencia re linda. Las personas traen su sustento de talento a cada de una de las canciones. Cada uno pone algo diferente, algo de lo que yo no puedo dar. Eso es lo bueno de que cada persona sea diferente. Ellos traen su emoción y sonido. Cuando tocaba con banda, luego de un disco, ya nos conocíamos re bien, y siempre se espera algo del otro músico. En la nueva experiencia se trató de todas personas que conocí en un viaje y nos juntamos directamente para tocar. Con la mayoría generamos una amistad a partir de allí, no éramos amigos de toda la vida. Esta dinámica, sí, ha potenciado mucho las canciones. Cada tema está en otro lugar. Solo no podría haberlo conseguido.
Estás atravesando una nueva etapa. Por primera vez tenés un disco de canciones en castellano; formaste una banda integrada por músicos que fuiste conociendo en el extranjero; encontraste un público receptor de tu obra en EEUU, pero que también se metió de lleno en lo nuevo. ¿Todo esto nació por una necesidad de dejar atrás el pasado o fue espontaneidad?
Más que nada se dio todo de manera espontánea. Soy una persona bastante hiperactiva y me gusta siempre estar pensando. Cuando algo se vuelve repetitivo, lo cambio todo rápidamente. Constantemente me gustar estar haciendo cosas nuevas. Mi música siempre se va renovando. La idea fue estar un mes en cada país y grabar canciones con músicos no tanto de mi estilo, sino más representativos de la tradición de cada lugar. Fue el cambio más radical de los que he vivido. Voy a sacar un disco completamente en español y la musicalización fue grabada en otro país que no es el mío. Espero que mi vida siga así. No soy de planear mucho hacia adelante. Por suerte, tengo fe en mis instintos y los sigo.
En tus discos, desde afuera, se aprecia una especie de descubrimiento personal en tu obra. De alguna manera, Juan va conociendo más íntimamente a Juan mediante las canciones.
Definitivamente. Por suerte, la música ha sido una manera de descubrirme a mí mismo y de manejar las ansiedades que me trae la vida cotidiana. Todo lo que surja en la vida puedo manejarlo y procesarlo mediante mis canciones. Me voy descubriendo a través de ellas. Estoy feliz de que mi música vaya creciendo a la par de mi crecimiento como persona. No me quedé estancado. Al descubrir mi música y al descubrirme a mí, ambas van mano a mano. Creo que es una extensión de mi pensamiento.
Las melodías son un marca registrada de tu música, tanto en The Beets como en tu carrera en solitario. ¿Melodía y letra surgen al mismo tiempo?
En general, cuando hago canciones, surgen las dos al mismo tiempo. Creo que la melodía surge primero, pero la letra la acompaña en ese mismo lapso de tiempo. Puede que sea una hora o unas cuantas. O quizás sean unos minutos o un día en los que tengo la melodía en la cabeza y voy tratando de meterlas ahí. Aparte de eso, de esos momentos. Yo escribo mucho en papel, voy anotando. Escribo letras pero no en el formato letra, digamos. Me gusta escribir pensamientos. Luego, cuando reviso qué tengo escrito, me encuentro con que son puntos de arranque para las canciones. Es un músculo que ejercito. Esas ideas van flotando en mi cabeza y van saliendo.
En tus fechas el público es muy variopinto, desde punks, amantes de la canción latinoamericana o gente curiosa de tus melodías sencillas. ¿Te sería posible definir a tu audiencia?
Quizás todos tenemos algo en común. Quizás yo puedo ser la persona que nos junta a todos pero al mismo tiempo yo tengo algo en común con todos ellos. Mi visión del mundo y mi visión musical es muy, muy abierta. Veo lo lindo en todo. Quizás eso se ve a través de música y mi personalidad. Quizás eso es lo que nos une. Al mismo tiempo, soy consciente que quiero tocar una música que sea fácil de digerir pero también que active algo en el intelecto. Quiero que te diga algo, pero al mismo tiempo, que sea fácil de digerir. No me gusta que a mis conciertos venga un solo tipo de gente. No quiero que solo vengan los punk rockers, los cumbieros o los intelectuales. Estoy tratando de armar un catálogo de canciones que sean relacionables para el género humano. Siempre tengo eso presente en mi cabeza. Después, que llegue a lograrlo, es otra cosa.
En EEUU siempre fuiste de girar, en su momento con The Beets y luego en solitario. En los últimos años, empezaste a tocar por Sudamérica y cada año se suman más fechas y ciudades. ¿Te interesa una vida en la ruta?
La verdad, voy paso a paso. Todo ha surgido de una manera muy orgánica. Desde que yo tenía mi grupo, empezaron a surgir a cosas. Cuando empecé a tocar solo me surgieron muchas oportunidades y las tomé. Pero, de repente, me di cuenta que tenía que aprovechar esas oportunidades sabiendo encontrar la manera de estar satisfecho y vivir contento y feliz. Yo encuentro mucho placer en el ocio. A pesar de ser hiperactivo y me encanta trabajar, soy fanático de estar tranquilo. Sé que ahora, en este momento particular de mi vida, le quiero dar para delante. Estoy con muchas ganas de compartir la música que vengo haciendo. Tengo ganas de compartir momentos con el escenario, compartir con la gente que viene a mis conciertos. Estoy muy contento de dar vueltas tocando, pero, tal vez, más adelante me lo vuelva a replantear. Voy paso a paso. Voy, como dicen los Ramones, “listen to my heart”, porque sino, me doy cuenta mientras crezco, que no soy un tipo de persona que pueda planear una vida para adelante. Siempre van surgiendo cosas y me voy amoldando a eso. Me gusta vivir así.
Desde los años 80, hay una audiencia permeable en las universidades de EEUU, eso posibilitó un circuito que muchos artistas transitaron, incluido vos mismo. ¿Cómo es la experiencia de tocar en las universidades?
Siempre recordemos que aquí las universidades son instituciones privadas. Es algo del mundo capitalista. No considero que eso esté bien. Cada universidad tiene una determinada cantidad de dinero que se usa para generar un entretenimiento para los estudiantes. Un grupo de estudiantes utiliza un presupuesto y contrata artistas para que vayan a tocar en la universidad. Entonces nos pagan para ir a tocar allí. He tocado en universidades y, la verdad, me gusta mucho. Está bueno porque es un público joven, abierto a experiencias. Pero al mismo tiempo siento que no está bien ese sistema. Mi concierto favorito es aquel que tenga entrada libre, en cualquier lugar. Un tipo de concierto donde pueda llegar gente de la universidad y de la no universidad. La experiencia generalmente es buena, sin dudas. Me gusta más estar mezclado entre los heavy metal, los punks, los universitarios o los cumbiernos. Yo siento que tocar en las universidades es tocar para la élite, pero todo bien igual, porque también le quiero cantar a la elite yo.
Siendo fanático de Ramones vos tuviste una experiencia radicalmente diferente a los cientos de miles de ramoneros sudamericanos: te tocó crecer y vivir en las mismas calles que ellos, experimentar muchas de las vivencias que ellos pusieron en sus canciones.
Cuando mi familia decidió mudarse para Estados Unidos nos fuimos para el condado de Queens. LLegamos a Jackson Heights, a dos barrios de donde son los Ramones (Forest Hills). En Uruguay yo escuchaba a los Ramones con mis amigos del barrio, cuando tenía quince años, pero no entendía las letras. Al venir acá, pude entender las letras en todo sentido. Pude ver la música en su contexto original. Sería como escuchar a Spinetta o Piazzolla en Buenos Aires. Fue experimentar esa música en el espacio original de donde surgió. En Queens me vi padeciendo los mismos problemas y ansiedades que ellos comentaban en sus canciones. De repente mi vida nueva reflejaba eso que cantaban ellos. Me sentí más apegado que nunca a ellos. Mi percepción de Ramones cambió para bien porque me dio otra profundidad de su expresión.
Foto principal de Juan Wauters por Violeta Capasso
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