Julio Moura, uno de los pilares fundamentales de Virus, lanza “Enigma 4”, su primer álbum solista en casi cuarenta años de carrera.
A 36 años de su irrupción en el mundo de la música, el compositor platense Julio Moura presenta “Enigma 4” como un compendio de su vida, no solo artística, sino también personal. De su talento compositivo nacieron los acordes de hits como “El rock es mi forma de ser”, “El probador”, “¿Qué hago en Manila?”, “Amor descartable”, “Dame una señal”, “Pronta entrega”, “Mirada Speed”, “Superficies de placer”, por citar algunos de los éxitos del grupo Virus.
Ahora, luego de un hiato de algunos años tras el stop de Virus, Julio Moura rompe el silencio con un álbum grabado casi por completo por su propia mano y que parece iniciar un nuevo capítulo en su vida.
“Yo disfruto absolutamente todo”, puntualiza Moura. Esa totalidad parece hacer referencia al pasado y al presente; a las canciones adolescentes que hoy son clásicos de la música popular, como a las más recientes, plenas de frescura y que ya están siendo reproducidas por una audiencia expectante.
“La música te da posibilidad de disfrutar sin tiempo ni edad”, remarca. “Además, te da la libertad de poder hacer infinitamente lo que vos quieras. Siempre disfruté de eso. En Virus tuve un lugar que partía desde eso. Para mi, hacer este disco, habiendo pasado un tiempito, habiéndome distanciado de tanta carrera, de tanta historia, fue un placer enorme, estoy muy contento”.
“Enigma 4”
Desde su hogar en La Plata, unos días después del lanzamiento del disco, Julio Moura conversa relajado. Entusiasmado por el nuevo material, comparte detalles sobre la producción mientras que busca escuchar devoluciones de oídos atentos a su música.
El cantautor se concentra en “Enigma 4”, pero también sobre su pasado, presente y futuro. Lo que está por venir lo motiva, lo energiza. El disco parece ser el principio de una etapa que se construye entre artista y público; ese feedback, ese reencuentro, fortalece la voz de Moura, que puede imaginar lo que se viene.
“Estoy con muchísimas ganas de tocar. Me interesa entrar en otro circuito, no quiero tocar en un teatro, hacer lo mismo de siempre. Quiero volver a lo under, volver a tener un contacto directo con la gente. Que el público participe más del vivo. Volver a ese circuito me da la libertad de tocar donde quiero, no en un sentido omnipotente, sino en un sentido de relax y de placer. Mi expectativa no es algo mediático, pero sí quiero compartirlo con la gente, ese es el objetivo”.
“Enigma 4” está integrado por una decena de canciones compuestas, grabadas, producidas y arregladas por él mismo. Teclados, voces, percusiones, erhu y samplers corrieron por su cuenta, al igual que las letras. La guitarra, por supuesto, sigue siendo su cómplice por excelencia.
“La idea era hacer un disco de garage, un disco de piso de tierra, como digo yo”, explica. “Está grabado todo directo. Los sonidos y la mezcla, prácticamente se hicieron sobre el sonido final. Lo gracioso es que yo era guitarrista, asistente y técnico. ¡Hasta tenía problemas con los cables que no me llegaban! Para mi eso forma parte del placer que siento por hacer música; eso mismo es lo que disfruto de hacer música. Lo que disfruto, además, es hacerlo con la libertad de no tener que demostrarle nada a nadie. Mi objetivo es la música. Mi objetivo es mostrar. Mostrar, sí, demostrar, no”.
Los 39 minutos de “Enigma 4” evidencian una destreza del Julio Moura guitarrista, pero, principalmente, ejemplifican al melómano incurable que supo entregarse al descubrimiento y estudio de géneros y estilos. El Moura conocedor del folklore, del tango, de la música española como de Latinoamérica profunda, encuentra su lugar durante de manera equilibrada durante la extensión del disco.
Las guitarras pueden ir de un punteo español (“14 de mayo” con Fernando Samalea en bandoneón) hacia una distorsión explosiva (“Sudaca”), siempre en un balance ideal. “Fue muy difícil saber manejar tantos elementos distintos”, explica el ahora solista.
“Cuando me abrí a encarar el proyecto sin estar ligado a ninguna otra cosa, ni depender de una formación de banda, sino hacerlo todo personalmente, aparecieron cosas de toda la vida. Tanto las influencias como todo aquello que me fue alimentando a nivel musical. Folklore, tango, música latinoamericana, el rock, por supuesto. Al principio estaba muy desconcertado porque pensaba que había que buscar una identidad. Después dejé fluir naturalmente, salieron los temas, todos bien distintos entre sí. Todo eso no forma parte de un cuestionamiento o de un planteo. Simplemente dejé que fluyeran las cosas. El disco lo grabé yo, todo lo hice en casa. Está grabado casi como en vivo, con tomas directas. No hay muchos instrumentos, hay muchos espacios, muchos silencios. Más allá de calificar al disco, porque obviamente no soy objetivo, creo que logré un sonido final, algo que busqué cuando estaba componiendo los temas”.
El ahora
Elaborando cada aspecto del disco con una dedicación casi artesanal, Julio Moura se concentró disfrutando cada día del proceso.
El mood relajado, de disfrute del momento se traduce en las nuevas canciones. El sentimiento de estar bien, vivir el ahora, el placer del presente para tomar perspectiva sobre el pasado y el futuro recorre todo el disco. Hay una intimidad contagiosa, vínculos que hacen a un hogar, a un mundo, que adentra al oyente en las canciones. Es una intimidad tan universal como llena de gestos, de detalles humanos. Risas, abrazos, palabras, rituales vinculares.
A sus 62 años, Julio Moura hecha algo de luz sobre barrio, experiencias y tiempo pasado. Es un caminante que observa más no cae en la nostalgia. Lejos de ponerse melancólico, de ahondar en los cambios impuestos por el tiempo, prefiere seguir el camino característico de su familia, aquel de hacerle el amor a la vida, sabiendo elegir optimismo como el punto de observación.
“Las letras tienen que ver con saber disfrutar el momento, el lugar adonde estoy. Cuando todavía no había empezado con las letras, me acuerdo que le dije a mi hija, “realmente, no tengo nada importante qué decirle a la humanidad”. Me refiero a que no puedo juzgar, no puedo enseñar nada, no pasa por ahí. Cuando terminé con todo, caí en cuenta que las letras hablan desde el presente, haciendo mención al pasado, pero proyectadas al futuro. Todas con optimismo”, cuenta Moura.
“Yo me crié en la calle, y me identifico con eso, por eso también las letras son simples. Los recuerdos que tengo son maravillosos, de mucha felicidad, más allá de todo lo que nos tocó vivir. Tengo una visión optimista y simple. Simple no el sentido humilde, sino en el sentido en soy parte de todos, de una misma cosa. Me gusta ser parte de eso”, destaca el músico argentino.
Parte del todo
Responsable de una cantera de hits de Virus y siendo uno de sus puntales creativos, Julio Moura siempre fue un tipo silencioso, alejado de las luces y los micrófonos. Siempre descrito como “sensible y creativo” por sus hermanos Federico y Marcelo, Julio tuvo un aura de artista tan lumino como misterioso.
Cuando Virus entró en un parate luego de años girar tocando incansablemente por la Argentina y otros países de Latinoamérica, Julio se dio de lleno a una vida en familia en la calma de La Plata.
Sin apuros y sin necesidad de asomarse a los medios por llamados del ego, Moura encontró su tiempo para volver al ruedo. “Enigma 4”, es también, el resultado de un proceso natural de amor por la música, de siempre estar consagrado a ella por sobre todas las cosas.
“A veces se habla de que yo tengo bajo perfil. No pasa por ahí mi silencio. Pasa por un criterio de lo que interesa que sea público y lo que no, sobre lo que creo que tiene sentido hablar”, confía el guitarrista.
“La intensidad que yo viví junto a Federico en la parte de composición, fue un compromiso que nos trascendió. Las canciones pasaron por arriba nuestro. Después se corta una etapa. Muere Federico, obviamente, las cosas cambian. Todo deja de ser lo que era y pasa a ser otra cosa. Pero lo que trascendió fueron las canciones. A partir de eso yo sentí un compromiso con lo que hicimos, conmigo, con la gente, con todo, de seguir a las canciones. Las canciones trascienden al artista. Que las canciones lleguen, trasciendan, ese es el verdadero éxito. Después, lo demás, fotos, revistas, cada uno tendrá su opinión. No es que todo eso haya sido más importante de lo que estoy haciendo ahora, sino que todo se remite a lo que implicó. Yo no podría negar todo eso aunque quisiera. Mi disco no está referido a eso sino que es parte de todo eso”.