A veces, en raras ocasiones, algún evento de la industria discográfica logra despertar la curiosidad y la emoción del oyente desprevenido. Hago énfasis en denominarlo en evento de la industria, porque por lo general las recopilaciones, los compendios de éxitos del pasado y los “remakes” son una herramienta de mercadeo para conseguir comercializar “el inventario” de obras sobre las que existe algún tipo de titularidad y de las que aún es posible extraer beneficio económico. Cuando se juntan estas ideas con los profesionales adecuados, en el momento preciso y cuentan en más con la aprobación de la alta gerencia, lo que se traduce en la providencia de recursos suficientes, el resultado suele ser un “coleccionable”.
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Uno de los elementos fundamentales para el éxito de semejantes empresas lo constituye el repertorio, pieza clave. En el caso que nos ocupa, además se han juntado el hambre y las ganas de comer. Se trata de un disco que no ha salido a la venta aún (a la fecha de la redacción de esta nota), pero que está anunciado para el 3 de Febrero de 2015, a escala mundial. Todos los mercados (territorios) previstos para su lanzamiento oficial, tienen la misma fecha.
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“Wallflower” es el título y lo interpreta con su sensualidad acostumbrada, la señora Diana Krall. Cuenta con la producción y dirección del no menos exitoso Dave Foster y es, sin duda alguna, un disco que vale la pena escuchar. Sobre todo si se cuenta con buena memoria y se atesora, en algún remoto lugar de la mente, el sonido de aquellos temas.
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La selección es de primera; las interpretaciones de la Sra. Krall, de la orquesta y de los músicos individuales, así como la de los invitados especiales y de los técnicos, es fabulosa. Da gusto escuchar una recopilación cuidada y no siendo la primera ni la última vez que ha de ocurrir, es un fenómeno que empieza, cuidado de esta manera, a faltar en los anaqueles. Afortunadamente no guarda relación con la escasez que nos aqueja en Venezuela, ni hace caso a la vieja costumbre local de desechar lo bueno por antigüo, o de no favorecer lo propio. Es un ejemplo, en el más estricto sentido, del buen hacer de la industria discográfica, que tomo como una respuesta a tanta mediocridad y que apuesta fuertemente al buen gusto y a la aparentemente intacta voluntad de la audiencia de escuchar buena música, bien hecha, bien cantada, bien arreglada, bien grabada y bien empaquetada.
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Algunos medios europeos y asiáticos han adelantado el disco entero a sus lectores, este solo acto demuestra la confianza que en ello han puesto.
Guillermo Carrasco @vosto
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