Pude escuchar el nuevo álbum de La Vida Bohème. La trilogía “Nuestra será la lucha” cierra un ciclo musical para una de las bandas más importantes del país y el continente.
La Vida Bohème comenzó una trilogía en 2010 con “Nuestra”. Las características letras de las canciones, así como los arreglos, sellaron una personalidad y definieron una banda hoy día ampliamente reconocida. Su primer Ep así como su primer disco mostraron lo que era La Vida Bohème, pero en el año 2013 manifestaron el verdadero potencial del proyecto, al realizar fusiones realmente complicadas, pero que se acoplaron de la forma más coherente posible.
“Será” ha sido uno de los aportes musicales más importantes para el rock en el país, pues su esencia yace en la influencia de los sonidos de los diferentes géneros nacionales. “Angelitos negros” mezcla el joropo y homenajea al gran Andrés Eloy Blanco. “La vida mejor” toma el calipso y lo fusiona, mientras que “Hornos de cal” realza la crítica social. La expectativa era gigantesca ante el cierre de la trilogía con “La Lucha”, su más reciente producción discográfica, en la cual tuvieron de productor a Eduardo Cabra, “Visitante”, de Calle 13.
Cuatro años se tardaron en lanzar el esperado álbum, que no podemos ver de forma aislada. Después de escuchar “La Lucha”, es fácil sentir cada canción de LVB como un proceso, que va creciendo y se hace más claro, más trascendental. “Você” fue la primera canción, antecedida por la voz de Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, realzando las intenciones políticas del disco, a su vez, el video musical representa la violencia actual en el país, homenajeando visualmente la gran obra maestra del cine brasileño, “Ciudad de Dios”. “La Lucha” responde y me parece que trata de mezclar sus dos anteriores discos en uno solo, pero con la madurez de un proyecto con claras intenciones.
Estamos ante un gran álbum, que después del inmenso aporte de “Será”, puede considerarse que es “menos”, incluso repetitivo, pero sin duda con una definición clara en cada canción, para criticar, para alabar el paisaje, para proyectar y descifrar diferentes fusiones. Podemos ir más allá del canto a la contemplación, un proyecto que cierra la trilogía y simboliza la trascendencia de un proceso musical.