La banda argentina editó “Son solo vueltas”, un estimulante disco debut.
El cuarteto rosarino Otros Colores está presentando “Son solo vueltas”, un disco de pop alternativo -producido por videollamadas en plena pandemia-, que mezcla indie pop, canción y esquirlas de rock, y que condensa el sonido y la ética colaborativa que los ha convertido en una de las bandas más atractivas -y convocantes- del escenario independiente que puja por una renovación. En ese sentido, “Son solo vueltas” confirma a Otros Colores como parte de la generación sub23 que está logrando su lugar mediante música poderosa, gestión colectiva y conciertos magnéticos. La banda es parte de una camada que semana tras semana gana espacio y visibilidad fortaleciendo un circuito propio bien corrido del mainstream nacional y hasta local. Otros Colores brilla con una generación que imprime su ímpetu desde la diversidad estética. Allí podemos sumar al cuarteto junto a Jimmy Club, Gladyson Panther, Amelia, Barfeye, Joako22, Lusio, Ele Mariani, Manu Piró, pero la lista podría seguir.
Como jóvenes gestores de la escena rosarina de la vieja normalidad, Otros Colores -junto a Los Cristales, Amelia y Fermín Sagarduy- creó el sello Quema Discos, que edita su música y la de otras bandas de la escena, además de organizar ciclos ARD7 y festivales como ARDE. Sobre finales de 2021, a tono con el regreso a los conciertos, Otros Colores está lanzando su primer álbum: un puñado de canciones lúdicas y enérgicas que hablan sobre la transformación y el cambio, y que remiten a los vaivenes de la juventud y acaso a la incertidumbre de nuestros días extraños.
La banda está integrada por Federico Casazza (voz, guitarras eléctricas y acústicas), Catalina Druetta (guitarras eléctricas y acústica, voces), Bruno Ottaviano (batería) y Nazarena Priotto (bajos, voces).
“Son solo vueltas” se grabó en La Fuente Estudio, bajo la producción de Fermin Sagarduy y la masterización de Dani Pérez en Audio Buró. El envión del material fresco alcanza, por supuesto, al escenario. “Son solo vueltas” tiene fecha de presentación oficial para el domingo 21 de noviembre en Galpón de la Música. La banda invitada para esa noche es Las Aventuras. Con una primera tirada de anticipadas agotadas, hay una considerable expectativa por el concierto que devuelve a Otros Colores al Galpón, un espacio que conocen en detalle.
Otros Colores tiene bien aprendidas las lecciones de la cartografía indie argentina de los últimos 15 años, pudiendo transitar las frecuencias seguras, decidieron irse por otro camino, priorizando el desarrollo de una identidad propia que ahora encuentra su ground zero. En una época donde las guitarras quedaron relegadas bajo la intención de pegarla a toda costa con sonidos genéricos, la dupla Drueta/Casazza intensifica la dosis hacia un power pop sostenido por un equilibrio de arreglos, sutilezas vocales y detalles de batería, entre otras sorpresas que revela la escucha.
“Siempre supimos para dónde queríamos ir, pero no sabíamos cómo lograrlo. Por eso fue fundamental la producción de Fermín”, comparte Federico Casazza sobre los procesos iniciáticos de la ópera prima.
“El sonido del disco empezó a formarse tocando en vivo las canciones” comenta el Fermín Sagarduy. “La potencia del vivo tenía que trasladarse al disco”, agrega el productor. Mientras que los últimos dos años constituyen una turbulencia vertiginosa donde absolutamente nada salió como se planeaba, el periodo pandémico obligó a Otros Colores a ordenarse bajo un régimen ajeno. Se arreglaron como pudieron en 20 meses donde hubo que estudiar, trabajar, maquetar, grabar, arreglar, gestionar y producir. La agenda se achicó entre tantas actividades propias de una vida que, lógicamente, debía seguir adelante. Sin embargo, esa dosificación de los horarios ayudó a las canciones “Son solo vueltas” a encontrar su punto justo. La disciplina zen del grupo se tradujo en un resultado bien pulido por un productor que supo elevarlos trabajando a la par. Las horas dilatadas en el cotidiano de la vivencia pandémica resultaron en una banda segura de sí misma, que fue encontrando los procesos necesarios para alcanzar el resultado que querían.
Finalmente, aquellos interesados en adentrarse en las canciones de la joven agrupación argentina se encontrarán con una colección de canciones con pátinas tan luminosas como melancólicas de power pop que encaja perfectamente con la sensación de primavera algo convulsa que vivimos ante una temporada de apertura y extrañeza: queremos creer que todo vuelve a ser como era, pero todavía tenemos mucho que aprender.
Sin proponérselo Otros Colores captura una especie de sentimiento feliz y triste que viene con la caída del sol y el comienzo de la noche. Podríamos hablar de canciones crepusculares que entraman sentimientos encontrados pero también algo de resignación. Quizás haya que encontrar las respuestas (o las coordenadas) en “todo lo que queda en el fuego” como canta Casazza. Es esta dualidad entre quererlo todo (vivir) y soltar (vivir sin pesar) lo que hace que el álbum sea una escucha más interesante de lo que puede parecer a primera vista.