Han transcurrido más de tres décadas y aún no he logrado hallar aquel disco de Ilan Chester, ese que adquirí en la misma semana de su lanzamiento.
No puedo negar que cuando salió por primera vez el LP “Canciones de todos los días” (1983) del músico Ilan Chester, me apresuré inmediatamente a la tienda, lo compré y lo aprendí de memoria. Y es que no solo se me grabaron sus letras, sino también cada detalle de sus arreglos, su distintivo sonido, todo quedó registrado en mi mente de tanto escuchar cada surco o simplemente al intentar emular aquellos peculiares acordes en mi teclado portátil.
Con el paso del tiempo, mi disco se estaba deteriorando, por lo cual tomé la decisión de salir a comprar otro y dejar esta nueva adquisición como la casi intocable, la de repuesto. Llegué a casa, puse el vinilo y algo extraño aterrizó en mis oídos: un inusual zumbido o ruido de tierra se escuchaba al arrancar el primer surco del Lado A: “Historia de un buen día”.
¿Qué pasó? ¿Qué sucedió? El ambiente ahora era más profundo; Ilan cantaba de forma distinta, menos engolado, con un fraseo diferente y otro color en la grabación. Allí descubrí lo impensable: Ilan Chester volvió a montar la voz, el LP se remezcló y, cuidado, posiblemente se le anexó algún arreglo extra a su instrumentación. ¿Entonces, qué ocurrió con esta producción? Solo Ilan y unos pocos lo saben..
A partir de ese momento, he descubierto infinidad de casos insólitos, rarezas, curiosidades y hasta cosas paranormales dentro del mundo del disco hecho en Venezuela. Es por eso que cada vez que veo algún vinilo, lo escucho con detenimiento, lo analizo y lo escudriño hasta la saciedad.
Así que, si eres fan de este gran músico venezolano, no te queda otra opción que buscar la primera edición, una tarea que puede llegar a ser un desafío.
La evidencia
A continuación, escucharás dos fragmentos de la canción “Historia de un buen día”: la limitada versión original y la misteriosa reedición. En pocos segundos notarás la diferencia.
En cuanto a las portadas, ambas ediciones son idénticas, solo he notado variaciones tenues de color en algunas de las etiquetas (Philips, 1983). Cabe destacar que tampoco existe una marca de fábrica sobre el vinilo ni un número de catálogo que los diferencie visualmente. En pocas palabras, solo te queda escuchar y escuchar.
Han pasado más de 30 años y aún no he logrado encontrar aquel vinilo de Ilan Chester, ese que compré la misma semana de su lanzamiento. La dichosa reedición me ha perseguido eternamente.