A veces se entrecruzan las apreciaciones y terminamos haciendo analogías entre lo observado y lo más íntimo. Cosa parecida me sucede con la política y la música.
En Venezuela estamos sumergidos en la enésima campaña electoral sin saber exactamente qué elegimos, o qué nos llaman a elegir en esta política ocasión. Cada candidato, múltiples para cada cargo en disputa, ofrece como zenit de su accionar la máxima concentración en lo que considera es el “principal problema” de su comunidad de electores. Todo ello en concordancia absoluta con su también muy particular manera de leer y entender a esa comunidad, lo que viene dado por su propia ubicación y por la poca o mucha capacidad de análisis del entorno que sea capaz de acometer y desarrollar.
Siendo así que tenemos propuestas que centran su promesa en la construcción de unas escalinatas para poder acceder a un determinado sector empobrecido de alguna comunidad, o de un alumbrado eficiente y moderno para los habitantes de una urbanización venida a menos, o de un cruce de peatones para quienes se juegan la vida tratando de alcanzar la parada del bus correspondiente, o de la simple y rutinaria reparación de calles, limpieza de alcantarillas y poda de árboles y malezas.
Se puede prometer una profundización de lo hasta ahora prometido. Se puede también intentar hacer pequeños cambios. Se suele prometer lo contrario de lo visto y realizado. Se puede igualmente proponer y a través de una visión más amplia, un cambio evolutivo, un giro que sacuda la rutina y acelere la respuesta a los “inmensos retos” a los que siempre se apela y nunca se resuelven. Esto es menos frecuente. Esta misma perspectiva se presenta ante mis oídos cada vez que sé del lanzamiento de un nuevo disco, de una nueva “propuesta” de algún grupo de rock, nacional, o del subcontinente e incluso de allende los mares.
No puedo disimular mi mayoritaria frustración al constatar que, al igual que en la política, el 98% de las propuestas se regodea sobre los mismos 4 acordes, por así decirlo, sobre las mismas promesas básicas, con peores o mejores trajes. La aventura de proponer caminos distintos, mejores destinos, rutas no transitadas, búsqueda de nuevos horizontes y alcance de nuevas metas por insospechadas que parezcan, son la materia más escasa de la era que nos ha tocado vivir. El temor a la luz, el miedo a la claridad y al futuro, supongo. Todo ello sucede mientras irremediablemente escucho algunas promociones electorales al tiempo que leo sobre un aniversario más de la aparición de algunos de los discos de aquella precursora banda Gentle Giant (Gigante Gentil) y me tropiezo luego en YouTube con un video de la fabulosa y arriesgada artista norteamericana Becca Stevens.
Foto principal: El estimulo