
El cantautor argentino José Ianniello presentó “Proyecto Bonsai, Vol. 1”, un trabajo solista de construcción coral que incursiona en sonoridades latinoamericanas, Beatles y la canción de rock libre
Desde algún recóndito de la ciudad de Rosario en la provincia de Santa Fe, Argentina, José Ianniello lanzó “Proyecto Bonsai, Vol.1” (Formato Psíquico Records), un disco con sabor a solista que tiene potencial de extenderse en el tiempo como una cápsula atemporal de construcción artesanal y colectiva.
Veterano del rock, Ianniello hace música desde hace más de dos décadas. Criado entre canciones y discos, la música es parte integral de su familia. Habiendo participado en varios proyectos que llegaron a grabar y sumado a otros que tuviera vida en concierto, pero no llegaron a plasmarse en el estudio, los últimos años estuvieron (están) dedicados al cuarteto Ovnitorrincos.
Proyecto Bonsai nace como un estadio donde afloran gustos, deudas y permitidos para el experimentado hacedor de canciones. Aquí, el songwriter corre a la distancia, estirando su músculo compositor, permitiéndole aire a influencias latinoamericanas. Además, parte del proceso de este camino solista, es hacerse dueño de sus tiempos, produciendo, arreglando, grabando, mezclando y masterizando. En pocas palabras, responsabilidad completa del resultado final.
Proyecto Bonsai (Vol. 1) presenta quince canciones de su autoría, donde los ambientes cambian y se reordenan junto a los arreglos y el aporte de diferentes talentos invitados a participar. El panel de aportes está integrado por Nahuel Marquet, Diego Fusaro, Ignacio Ianniello, Cecilia Palmucci, Andrés Polaco Abramowski, Huevo Alabern, Mercedes Ianniello, The Joselas, y Adrián Steinsleger.
A medida que las canciones de Proyecto Bonsai se suceden, el oyente descubre que una vibra latina que se siente cada vez más fuerte luego de cada escucha. Así, aires de bossa nova, bolero y otras sonoridades más cercanas a Centroamérica hacen su aparición. Esos detalles refrescantes no solamente son apreciados por el oyente, puesto que para Ianniello significó una gran oportunidad para, en primer lugar, darse un gusto, segundo, para correrse a sí mismo de ciertos imperativos rockeros.
“Todo lo que no sea estrictamente canción citadina/rock fue un permiso deliberado que me di por primera vez de hurgar en algunos géneros que abordé con fruición hasta ahora sólo como oyente y melómano”, explica el compositor que fue criado con el rock argentino en la sangre.
“Convengamos que el contexto de una banda de rock ya de por sí limita la composición a determinadas formas, sonoridades y estéticas en general. Si a eso le sumo un prejuicio proveniente de mi etapa formativa como fan de Charly/Spinetta, que se mantuvieron muy al margen de cualquier música que no proviniera de Estados Unidos o el Reino Unido, todo atisbo afro-latino era descartado de raíz antes de convertirse en canción”, agrega.
Precisando los aires latinos que abundan en Proyecto Bonsai, Ianniello, desarrolla: “En este disco tuve la decisión de sacarme ese mandato autoimpuesto de encima y dejar aflorar aires de bossa, son cubano, bolero. Incluso hay un chamamé (“Zorzal”) arreglado a dos guitarras y guitarrón por el guitarrista porteño radicado en Ecuador Adrián Steinsleger y otro litoraleño de sonido más experimental (“Alunado”). Hubo en gateras también varios tangos y milongas, que finalmente quedaron afuera para formar parte de un spin-off que sería sólo de temas vinculados con los géneros autóctonos, el “cantor nacional”, esa vertiente.
Según explica su autor, el disco tuvo varias etapas en cuanto a la producción. La primera tomó lugar cuando todavía no era consciente que estaba haciendo un disco. Proyecto Bonsai empezó a conformarse como una reacción a la falta de inmediatez que se genera entre la composición y la publicación cuando se trabaja pensando en un LP.
Ianniello empezó a componer, arreglar y publicar, a ritmo de un tema por mes, a finales del 2018. “Ahora, repasando esa primera instancia, veo que hay cierta sencillez extrema en los arreglos y menos rigor en el audio que en los siguientes”, confía, mirando hacia atrás.
“Luego vino la etapa en la que decidí que hubiera invitades, todavía sin pensar en disco, pero ya con un poco más de ciencia. Los nombres que me sugerí, obligaban a ordenar un poco más el material, a dejar espacios claros para las intervenciones, a salir de mi cabeza y conversar un poco. Fue un momento revelador, porque los primeros participantes (Diego Fusaro, Huevo Alabern, Polaco Abramowski) hicieron un aporte fundamental en cuanto a una mirada externa sobre una música que venía siendo muy íntima. Fusaro me rearmonizó un par de temas, el Polaco agregó un fraseo muy personal en su intervención y Huevo le imprimió una calidad de nivel mundial”.
En la última etapa, ya bien consciente del proceso de elaboración de un disco real, Ianniello eligió un puñado de canciones para trabajarlas con mayor detenimiento. Saber de qué se trataba el proyecto fue esencial para el correcto camino que vendría. La otra parte fundamental fue tener seguridad de cuál el destino de todo. Así, la parte estética fue tomando forma y presentándose para potenciar las canciones. A partir de allí, el trabajo se multiplicó, pero, al mismo tiempo, la ruta se hizo más sencilla. Ianniello convocó a su núcleo duro: su hermana Mercedes, su hermano Ignacio (desde Madrid), y Ceci Palmucci (“gran novia y mejor cantante”). Además, el songwriter se dio el gusto de contar con Nahuel Marquet (Degrade, Los Bardos). Sobre esa colaboración, apunta: “compartí la música con alguien a quien admiro mucho”.
– El plantel de colaboraciones conforma un verdadero seleccionado, llevan las cosas a otra dimensión ¿Cómo van llegando esas voces? ¿Lo pedía cada canción o tenías una lista de gente con la que querías colaborar?
Ese fue un tema que ocupó mi mente muchísimo tiempo. Por supuesto que había otrxs musicxs a lxs que no me animé a convocar y algunxs a lxs que no les encontré canción. En principio necesitaba un balance entre mi voz y las otras, y enriquecer el lenguaje musical con otros estilos, fraseos, etc. En el caso de las voces, la intención principal fue que hubiera variedad tímbrica para que el oído no se agotara, en un balance justo para que se siguiera reconociendo la mía como eje sonoro. Lógicamente también pensé que lxs invitadxs suman circulación al material, que es algo en lo que siempre estamos pensando…cómo hacer para que todo dure un poco más? En algunos casos el estilo de la canción marcaba el tipo de invitadx, en otros fue la dificultad técnica, en algunos el color femenino que trasuntaba la canción y en otros casos terminé de componer pensando en la voz o instrumento de quien pensaba invitar. Fue muy lindo ver que todxs se entregaron con gran dedicación, y las sesiones fueron rápidas y relajadas. Desde aquí les agradezco el amor y la disposición con la que participaron. Adoro que estén todxs en el disco y básicamente creo que hicieron que el resultado final fuera mucho mejor.
– Tanto laburo en solitario tiene muchas ventajas. También algunos contras. Entre ellos el factor cuelgue, uno de los peores. ¿Te impusiste un ritmo de trabajo? ¿Sos disciplinado para ese tipo de cosas?
Lo más difícil de laburar solo es que hay cero retroalimentaciones en el proceso. Las víctimas son las personas más cercanas, a las que internás un poco con los pequeños avances y un año hablando de lo mismo, aunque eso es siempre así. También a veces se torna aburrido volver una y mil veces sobre el mismo tema. Yo trabajé a diario: la composición es lo que menos me cuesta, así que no lo veo como una carga que implique disciplina. Durante el año pasado fue lo primero que hice al levantarme: un par de horas buscando algo nuevo o redondeando las existentes. Luego sí, plasmar las ideas, probar cosas, aprender arreglos de piano o bajo que una vez grabados quizás nunca más vuelva a tocar, sí, puede hacerse medio tedioso. Mi fórmula fue tener muchos temas en paralelo y multitaskear aquí y allá para mantener la frescura, pero abriendo el multipista todos los días, en modo random, con sesiones bastantes desprolijas que después fueron un dolor de cabeza! Creo que me volví disciplinado por el gran deseo de plasmar este disco y porque encontré un método adecuado para calmar mi ansiedad: temas breves e inmediatez en la publicación.
– ¿Cuánto de liberador hay en el ejercicio de hacer canciones uno mismo, grabadas por uno mismo y sin necesidad de pensar en un mercado o una compañía que mida, decida y haga letra chica sobre la obra?
No conozco el otro lado del mostrador. Desde que la industria de la canción se afirma en los 60s existe la presión sobre lxs artistas para que produzcan material nuevo y vendedor como si fueran autómatas. No puedo negar que me gustaría saber si podría dar la talla en un sistema así industrial como fue el Brill Building en Estados Unidos; desde siempre me sedujo la idea de componer para otros intérpretes y, de alguna manera, los límites en la duración y los desafíos temáticos que experimenté en el ámbito publicitario siempre me estimularon bastante, pensando que componer música no tiene por qué ser una actividad de semidioses sino también puede ser un oficio como cualquier otro. Evidentemente, no me sale tan fácil hacer un panegírico de la independencia, ¡aunque sea lo correcto! Quizás porque pienso que si toda la energía que se lleva el diario vivir, pudiera estar puesta en la composición, aun con concesiones, ¡podría multiplicar la producción por cien! Sólo puedo decir que, por supuesto, que gozo de la libertad creativa y la toma total de decisiones, que ese es el estado “silvestre” de todo artista, y que sin esa libertad puede haber obra, pero muchas veces falta el arte, que no conozco lo que es tener una deadline para entregar un disco y que ojalá los que tengan sus contratos le pongan el pecho a los depredadores que no entienden nada más que de números!
– Siendo un proyecto tan personal y de elaboración propia, ¿en algún momento fue necesaria una devolución externa?
Como te decía antes, la falta de feedback a veces atenta contra la energía que uno dispone para un proyecto así. Eso fue subsanado con la internación de novia, hermana y compañeros de Ovnitorrincos, principalmente, que son las personas a las que les muestro los work in progress habitualmente. De todos modos, no te olvides que al ir subiendo temas mes a mes, tenía algo de retroalimentación en las redes que me animaba a continuar. Ahora, pensándolo un poco más, creo que en algún momento de la veteranía artística uno ya va sabiendo, más allá de las opiniones, que lo que va a funcionar es lo que funciona para uno, lo que lo llena y lo hace vibrar. Hay que entregarse a eso sin dudar.
– ¿Es factible presentar el disco en vivo?
Desde hace tres meses que me planteo cómo podría presentar el disco en vivo. Está claro que lo breve de los temas, lo mucho de lxs invitadxs y la heterogeneidad de estilos y formaciones necesarias, hacen imposible presentarlo sin plantear una resignificación global. Esto me detiene un poco, porque siento que sería mucho esfuerzo para hacer un show al que, con suerte, irían 50 tipxs, y me da más ganas de producir cosas nuevas que de armar eso. Podría hacer algo con pistas, acústico, o incluso simplemente tomarme un whisky en el escenario mientras suena el disco. Esta última, hasta ahora, ¡me parece la mejor opción! A propósito de esto, he visto proyectos musicales tremendos, de muchísima elaboración, que tuvieron apenas un par de presentaciones, porque es bastante agotador generar un show, con su movida de prensa, ensayos, etc. y luego no tener muchos lugares donde mostrarlo o ver que no mueve la aguja en cuanto a público. Así que todos esos factores me tiran un poco para atrás a la hora de proyectar una presentación.
– Pensando sobre el oficio de músico: ¿qué se hace más difícil para lograr desarrollar un circuito sustentable en una ciudad Rosario? ¿Hacen falta más lugares para tocar o es clave llegar a un público masivo que consuma las nuevas propuestas?
Este es un tema tremendo, es algo de lo que hablamos siempre entre músicxs y periodistas y realmente es muy difícil de abordar porque contempla muchas aristas. Antes que nada, creo que no tenemos desde los diferentes estados municipal y provincial un interés real en el crecimiento de una escena local de música. No alcanza con unos cuantos concursos y shows al aire libre, que aparte son espacios ocupados casi siempre por las mismas propuestas, para acompañar un movimiento enorme y diverso como lo hay en Rosario. Sería necesario que los bares culturales tuvieran facilidades impositivas, créditos baratos para ejecutar obras de insonorización, acústica y confort, un sistema transparente de habilitaciones, promociones para pautado en radio, etc. Creo que estamos viendo todo lo contrario a eso: cada vez menos bares, a los que se le aplica una especie de noqueo burocrático, escasos shows promovidos por el estado, en donde ahora también es usual ver bandas tributo o artistas porteños que repiten extrañamente su presencia todos los años. De todas formas, el tema central será siempre en nuestra ciudad poder vincular la música under con una mayor cantidad de público. Creo que se debería apuntar decididamente al sector universitario, dentro del que hay ya mucha gente insertada en el ámbito cultural a través de carreras artísticas, sociales, comunicacionales. Ellxs deberían ser los primerxs interesadxs en conocer la cultura rock de esta ciudad, si podemos comunicarles su potencia, originalidad, historia y variedad. Buscar un standard artístico musical elevado, idear nuevas formas de difusión, comprometernos a full con nuestras estéticas, son los caminos que podemos seguir buceando para que esto cambie. Y sería bueno que el estado incentivara el consumo de bandas locales con descuentos especiales, entradas gratuitas, etc. Lógicamente el público del mainstream es más difícil de abordar porque tiene otras prácticas de consumo muy anquilosadas y sostenida por una industria dedicada a ello. ¡Pero la gente de las facultades, deberíamos ir a tocarles en la cara todo el día!
– La música es una parte fundamental de tu vida. Lo es también en tu familia, creo. Sin embargo, tu experiencia grabando no se corresponde con los proyectos que integraste a través de los años. ¿A qué se debe eso?
Si, es cierto que tengo apenas 4 o 5 discos editados (Proyecto Bonsai; dos con Cautiva, junto a hermanxs Merce y Nacho en Buenos Aires; uno con Ovnitorrincos y un cassette en los 90 con el trío de guitarras Dos Más No) que no se condicen con tantos años y proyectos. Son múltiples los factores por los cuales grabé tan poco. Algunos proyectos se partieron justo antes del momento de grabar, otros se vieron afectados por las diferentes crisis económicas, cambio de ciudades, etc. Pero sin duda el factor fundamental creo que fui yo mismo. Seguramente no propicié con el suficiente énfasis la entrada al estudio en los momentos clave. Algún tic de autoboicot prefirió dejar que las cosas se deslicen hacia la nada en más de una ocasión. También estuve siempre muy copado por la composición y creo que no veía al disco en sí como una prioridad. De todos modos, eso cambió por completo en mi vida. Ahora quiero hacer muchos discos, encontré una mecánica de trabajo que lo hace posible. Tengo muchos proyectos en carpeta y no voy a parar nunca más.
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