Ha sido un año movido para Samsara Records, un sello independiente chileno que cree en la comunión consciente entre el oyente y el mensaje de quien lo interpreta
La realización de actividades artísticas (Novilunio, Resiliencia / Presencia, Pateando Piedras, Sonido Replicante) y las ediciones musicales & audiovisuales de proyectos como Canto del Cisne, Covarrubias y Pálida marcaron nuevos pasos para Samsara Records. Sin embargo, el hambre creativa siempre está presente. Es por esto, que te dejamos los lanzamientos que dan cierre a un año que, sin duda, será inolvidable.
– Pálida se conforma como un proyecto solista liderado por Felipe Flores, cuyas presentaciones se basan en el formato live-looping, con tintes ambient, emo y post-rock.
– SigObrilllAndo, “Nostalgic surf”: A diferencia de su disco anterior “Cosmic zoo”, nos encontramos frente a un lanzamiento que, de cierta forma, se reencuentra con la predominancia de las guitarras y loops para mezclarse con las ya exploradas bases electrónicas y arreglos de sintetizadores.
Con un tracklist de diez temas que conforman casi 40 minutos de duración, Landini nos lleva a un viaje dividido en cortes variados, con matices que se cruzan entre la experimentación, el pop y la psicodelia.
– Polanco, “Música para Filodendros”: El primer lanzamiento del proyecto Polanco. Un manifiesto sonoro en clave de síntesis análoga con cerca de media hora de duración que recorre sonidos electrónicos, drone y experimentales divididos en tres cortes.
Con un registro análogo de la mano de Estudio Budō, “Música para Filodendros” cuenta con dos versiones disponibles (mono y stereo), con el fin de poder generar distintas sensaciones al auditor durante su reproducción.
– Beatrice Beatrice, “Baphomet”: Beatrice Beatrice es un proyecto solista cuyos sonidos navegan géneros como la música experimental, post-rock y ambient (como pudimos notar en su álbum debut “Zō”. Para “Baphomet”, se agregan nuevos recursos ligados a la música electrónica y a la percusión, con baterias programadas.
Introspección y tensión en casi cinco minutos de música de la mano de Teresa Wilms Montt”.