Si hay un elemento del arte en general en el que es inevitable estar de acuerdo es que, él mismo, no necesita explicación. Y la base del arte, en este caso musical, que realiza Los Lunes es el punto clave.
Año 2011. Desde Burzaco, un rinconcito de Bueno Aires, Eugenio Parracia, Anton Artaud, Eze Scamarda, Mariano Arotcarena y Bruno Leone deciden formar un grupo rock-pop que le regala su rumbo al viento. La estructura de sus canciones se aleja de los prejuicios musicales y aportan inquietudes. Al mismo tiempo, sí hay características que se pueden encontrar en sus trabajos, como ritmos propios de los años 50, de los años 60, del surf y una influencia Beatles bastante marcada.
Los Lunes exprimen lo más importante que genera una canción: sentimientos. Y justamente, el sentimiento que está presente en todas sus letras es el Amor. Particularidad que necesita el Arte, seguramente, para su creación.
Paradójicamente, así como Los Lunes apelan a la realización de un arte sin armazón; lo mismo ocurre con su difusión. Este grupo acaba de lanzar su disco debut, y puede ser escuchado digitalmente a través de su página.
La propuesta de Los Lunes puede acaparar varios puntos de vista. En un momento de la música donde el crecimiento de lo virtual se da a pasos agigantados, está en la decisión del músico en colaborar con el cambio que se está generando en la música o realizar trabajos en los que se mantenga la difusión tradicional y el disco siga estando en las manos de todas las personas. Pero más allá de la difusión, si la esencia de la música no se modifica y las canciones siguen llegando a lo más profundo, como intenta lograr Los Lunes, la difusión queda, entonces, en un remoto costado.